Noche de lesbianismo explícito y amor animal

A mitad de septiembre tuvo lugar un evento mágico, una gala del amor al mejor estilo Hollywood: pero esta vez, de lesbianas. Paula Maffia & Sons y Amor Elefante se hicieron eco de la inminente llegada de la primavera, la estación de les enamorades y calientes, y nos invitaron a su primera cita en Teatro Mandril, Capital Federal, donde presentaron sus nuevos discos. 

La noche comienza con las pibas de Amor Elefante, que recientemente han lanzado su disco Billetes Falsos. Es una banda que nos incomoda y nos sorprende porque rompe las estructuras tradicionales. Desde la batería se asoma la voz principal (Rocío Fernández) y quien está al frente (Rocío Bernardiner), hace los coros y toca la guitarra. Claramente nos anticipa que las jerarquías y las reglas endiosadas del rock se fueron por la ventana. El rock de los machos parecería que nunca existió.

La banda se completa con Inés Copertino en teclados y Andrés Merlo en bajo. Ese electro pop ambiguo nos hace mover el cuerpo a todes. Paula es una más de nosotras y saca a relucir su lado fan: baila con estridencia y festeja los primeros acordes que anticipan los temas.

Momentos después, le tocará a ella, la abanderada nacional de las lesbianas —como la acaban de llamar sus amigas de Amor Elefante—, que nos traerá los temas de su nuevo y fantástico disco «Polvo», y algunos otros de Ojos que ladran (2015). Ferviente ícono de nuestra comunidad y ávida exploradora de los intersticios de la escena musical, se ha constituido como una de las artistas de culto LGBT, resultado de la conjunción entre su trayectoria como música y como lesbiana visible.

La fina línea dará inicio a la segunda parte de esta fiesta. Paula en el escenario es rock puro y un brillante glam que se entrecruzan, se agudizan y se materializan en ese lesbianismo metido hasta la médula, nada a medias tintas.
El animal print es su signo distintivo, y desde hace tiempo compone el vestuario de cada une de les integrantes de la banda.
En esta oportunidad, además de le miembre vitalicie Nahuel Briones, estará acompañada por Lu Martinez, quien interpretará distintos instrumentos, y Mariana Coccaro, haciéndose cargo de la batería y la percusión.

Nosotras la miramos desde abajo, y mientras suena Corazón Licantropo, nos abrazamos amorosamente, sabiendo que estamos en casa. Paula nos sonríe y nos guiña el ojo desde el escenario, dándonos la bienvenida. Esa complicidad, esa celebración del amor entre lesbianas es parte de encontrarnos entre la manada, una y otra vez. Esa familia que supo construir desde el escenario cada día se agranda más y tiene las puertas abiertas.

Lo que sentimos desde abajo, circula arriba. En la semana, Lucy Patané avisó por redes que había convocado a Lu Martínez para cubrirla, y esa complicidad torta se hizo presente. Rota instrumentos: alterna entre guitarra y bajo y, en un momento mágico de la noche, agarra la pandereta como si fuese el instrumento más importante de todos. Se notaba que no importaba lo que tocara, sino dónde estaba; con Paula, que fue guía, amiga y, sobre todo, compañera de todas. Había que hacer honor a ese escenario, y a esa historia, y Lu Martinez arremetió contra ese pedazo de cuero como si la historia de las lesbianas en la música dependiera de eso. Gracias por tanto, Lu.

La noche se nos está escurriendo. Paula entrega todo, parece que nunca se queda sin energía, y en medio de la fiesta, llega el momento de hablar en serio: ¿cómo se sostiene todo esto? Paula habla de Soberanía Cultural. De golpe somos conscientes de dónde estamos. La cultura es de todes y de todes depende. El Teatro Mandril es un espacio comunitario y colectivo, y Paula se toma el tiempo de que así lo entendamos. En ese hablar de la soberanía cultural, de alguna forma nos cuenta su propia historia de recorrer bares, fiesta, movidas, festivales, tugurios y sostener con el cuerpo la cultura lesbiana, que hoy recién empieza a ser reconocida.

Para el cierre del show nos tienen preparado un momento hermoso. Mar de caricias, una apuesta al encuentro, al abrazo colectivo. Bajan del escenario, que entonces se nos aparece solamente como una diferencia de altura, la cual no nos separaba. Estamos juntes y somos nosotres. Cierra ese recital mágico con más magia, nos invitan a mirarnos, y en esa mirada a perdernos —o quizás encontrarnos—-

Gracias por la música, Paula.

Autorxs
Guadalupe Romero y Marian Spagnuolo