Bolsonaro atenta contra los derechos y las garantías de las personas LGBT, en Brasil y en toda Latinoamérica
A través de distintos episodios, que se dieron en el último tiempo, como ser el video en el que se muestra el asesinato a la compañera trans Dandara dos Santos –que había sucedido en febrero pasado– a plena luz del día; el asesinato en marzo, de la militante y referente lesbiana, feminista, luchadora por los derechos humanos y enemiga de la intervención armada en las favelas de Río de Janeiro, Marielle Franco; la agresión reciente a Julyanna Barbosa, una compañera trans que se dedica a la música, que mientras caminaba por la calle un grupo de hombres se le abalanzó para agredirla al grito de “Bolsonaro acabaría con los homosexuales” y terminó siendo golpeada con una barra de hierro, y un último caso de otra mujer trans asesinada a cuchilladas en las calles de San Pablo, podemos ver cómo el odio y la discriminación muestran su cara más cruel ante nuestra comunidad.
La realidad de la comunidad trans en Brasil ya era alarmante con un asesinato cada 48 horas y en los días posteriores a las elecciones que colocaron a Bolsonaro a la cabeza del ballotage estas agresiones y persecución aumentó sustancialmente según dan a conocer organizaciones locales. Aunque esto parezca lejano para algunas personas, esta realidad influencia de forma directa nuestra vida cotidiana y da una sensación de seguridad y de validación a quienes, todavía hoy, están en contra de nuestros derechos y de nuestras libertades. Como comunidad no podemos permitir que Brasil se sume a la larga lista de países en los que no podemos vivir y amar en libertad, y tampoco podemos visitar o conocer porque para hacerlo tenemos que arriesgar nuestra vida u ocultar nuestras identidades. El intercambio de turismo entre Brasil y Argentina es uno de los más grandes en Latinoamérica y hoy podemos ver cómo esta puerta se cierra para todxs nosotrxs.
“El avance de Bolsonaro en Brasil, junto con sus ideas conservadoras y discriminatorias; la presidencia de Trump en EE.UU., que ha implicado un retroceso tanto para el movimiento feminista como para el de la diversidad sexual -sumado el movimiento migrante y afro-, y el creciente envalentonamiento de los discursos eclesiásticos contra la Educación Sexual Integral y contra la Ley de Identidad de Género en Argentina forman parte de una misma corriente de pensamiento que busca hacer retroceder los avances históricos que hemos logrado en las últimas décadas. No podemos permitir que nos obliguen a volver a la oscuridad de la cual nos costó tanto salir. Entre todxs tenemos que decir: ¡Ni un paso atrás!”, sostuvo Marcela Romero, Presidenta de la Federación Argentina LGBT.